“A los ocho días, cuando debían circuncidarlo, le pusieron el nombre de Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción”.
José, con este rito, ejercita su derecho-deber respecto a Jesús. En la circuncisión, José pone al niño el nombre de Jesús. Al imponerle el nombre, José declara su paternidad legal sobre él, y, al proclamar el nombre, proclama también su misión salvadora.
Una vez más vemos como Dios pone su confianza en José. Le hace responsable de imponer el nombre a su Hijo, y José da respuesta a los planes de Dios sobre él.
Que San José sea para todos maestro singular en el servir a la misión salvífica de Cristo, tarea que en la Iglesia compete a todos y cada uno.
Por este dolor y gozo pedimos a San José nos alcance la gracia de responder con generosidad en la misión que Dios nos encomiende.